Por Paz Serra
Jefa de la División de Desarrollo Urbano del Minvu
Si bien es muy temprano para sacar conclusiones de largo plazo sobre el impacto de la pandemia, lo cierto es que ésta ha puesto en el debate los problemas latentes de nuestras ciudades. Hemos visto, por ejemplo, cómo la demanda ha superado a la oferta de ciclovías, a medida que las personas optan por la bicicleta para mantener la distancia social.
Pero no todos tienen la opción de subirse a la bicicleta y usar una ciclovía de alto estándar o de emergencia. El tamaño de las ciudades y la segregación social, hace que quienes viven en sus límites paguen un alto costo al momento de desplazarse a sus trabajos. En hora punta, en la mañana, una persona de la Región Metropolitana puede tardar hasta dos horas en llegar a sus trabajos, lejos de los 60 minutos que se fijó en el Sistema de Estándares del Desarrollo Urbano, una línea base que nos permite medir la calidad de vida en nuestras ciudades. Pero eso no es todo, en Santiago una familia compuesta por tres personas, puede desembolsar un promedio de 122.000 pesos al mes en movilización.
Estos extensos y agotadores desplazamientos no solo tienen un impacto en la vida y la economía de las personas, sino que también en el medio ambiente, porque la huella de carbono será mayor a medida que nos movemos ineficientemente por la ciudad. Por esta razón, -y también porque Chile se ha propuesto ser carbono neutral al 2050- nuestra planificación debe estimular el desarrollo de ciudades más compactas y eficientes, revitalizando, por ejemplo, los barrios que están en las áreas centrales de las ciudades, cercanos a servicios y equipamiento.
La regeneración urbana es un camino para limitar el crecimiento de la mancha urbana, pero existen otros como la ocupación de las ciudades intermedias. Antofagasta, Coquimbo, La Serena, Curicó, Temuco, Villarrica, Osorno y Valdivia, por citar algunas, poseen una serie de atributos para que más chilenos habiten en ellas. No obstante, no servirá que estas ciudades cuenten mayores niveles de seguridad, más metros cuadrados de áreas verdes por habitante, o que posean un tamaño adecuado para desplazarse a pie o en bicicleta, si el empleo no se transforma en un atributo más. Las personas van a estar donde está el empleo y este es uno de los grandes desafíos que tienen las ciudades intermedias.
Junto con llevar el empleo, también debemos promover la planificación sustentable en estas ciudades para tener la capacidad de responder a los desafíos que plantea su crecimiento y a los impactos del cambio climático global. Por ello, el Minvu promueve la ciudad compacta, la regeneración urbana, apoya los procesos de ordenamiento territorial-como la actualización del Plan Regulador de Pucón – e impulsa otras estrategias de largo plazo, como la Política Nacional de Parques Urbanos, que, junto a la activa colaboración de la sociedad civil, permitirá fortalecer la conservación de estos espacios públicos en el futuro.