La mayoría de las ciudades del mundo experimenta un crecimiento orgánico, expansivo y desordenado. Se estima que la mitad de la población del planeta vive en ciudades, aunque éstas no ocupan más que un 3% de la superficie de la tierra. Los instrumentos de planificación – que demoran años en ser ejecutados -quedan obsoletos ante la velocidad de los movimientos poblacionales del presente. Durante mucho tiempo este tema ha ocupado a arquitectos urbanistas, a variadas organizaciones de la sociedad civil y entidades gubernamentales que buscan impulsar un desarrollo humano justo, igualitario, inclusivo y sostenible. Hoy se agregan los desafíos generados por los desastres naturales asociados a la crisis climática y las migraciones poblacionales que este fenómeno está generando en todo el planeta.
El concepto de ciudad sostenible surgió por primera vez en Dinamarca (1994), donde se generó un movimiento europeo representado en la Carta Europea de Ciudades Sostenibles o Carta de Aalborg, firmada por más de 400 ciudades que se comprometieron a adoptar medidas de sostenibilidad para lograr diversos objetivos, entre ellos justicia social, economías sostenibles y un medio ambiente protegido.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), impulsados por la ONU desde 2015, incorporan la temática de las ciudades en su Objetivo 11, Ciudades y Comunidades Sostenibles, buscando generar acciones para que las ciudades sean más seguras, inclusivas, resilientes y sostenibles.
Los tiempos de pandemia trajeron nuevos cambios, observándose un creciente interés de las personas por vivir en contacto con la naturaleza y aprovechar los beneficios del teletrabajo. La tendencia predominante de migración campo-ciudad se ha ido revirtiendo en muchos lugares del mundo produciéndose hoy el fenómeno inverso.
En Chile, ante la falta de una oferta urbana atractiva y económicamente abordable, el crecimiento explosivo de las parcelaciones rurales ha generado una tipología habitacional al margen de la ley que se ha ido institucionalizando producto de ciertos vacíos en la legislación actual y la falta de fiscalización. Nuevas normativas están siendo elaboradas por un conjunto de ministerios. Mientras eso ocurre, es urgente replantearnos cómo debemos abordar la planificación y gestión del suelo urbano, pensando en ciudades con espacios públicos de calidad, áreas verdes, ciclovías, un buen transporte público, implementación de energías renovables y una eficiente gestión de residuos. Todas acciones y medidas que apuntan a un desarrollo sostenible de las ciudades, las que son más eficientes si se reducen y optimizan las distancias entre el lugar de la vivienda y los lugares de servicios, abastecimiento, trabajo, educación y recreación.
En este contexto, Pucón y las ciudades lacustres del sur de Chile se encuentran ante grandes desafíos. Reconociendo la condición de polos turísticos de muchas ciudades pequeñas y medianas, debiéramos diseñar procesos participativos para la creación de ciudades armónicas bajo principios de sostenibilidad, acogiendo el creciente aumento de sus habitantes y permitiendo un turismo regenerativo de calidad.
Las ciudades lacustres debieran incentivar el habitar dentro de los núcleos urbanos ayudando a reducir la fragmentación del suelo rural y promover así el cuidado de la naturaleza con alto valor de diversidad biológica. Las ciudades pueden ofrecer calidad de vida a sus habitantes mediante el desarrollo de un ambiente urbano planificado, inclusivo, ecológico y armónico.
Gisela Wiesner
Arquitecta, Directora Fundación Sustenta Pucón