Los que vivimos en Pucón más de 20 años hemos podido ver como aumentó la población, el tráfico, la basura. Aumentó la contaminación del lago y nos contagiamos con la vida de la urbe. Ya no tenemos tiempo, las cosas están caras y necesitamos trabajar más, unos para intentar pagar las cuentas, otros para estar seguros. Aunque trabajamos más en casa, el tráfico empeora. El clima está cambiando, pasamos por fuertes calores y sequia desde diciembre hasta marzo. Los incendios nos pisan los talones. Marzo nos trajo aguas y esta semana un hermoso volcán nevado. Años atrás terminaba el verano y volvíamos a la vida del sur. Esto ya cambió. ¿Este cambio es solo de Pucón? ¿Este era el progreso esperado? ¿Cómo seguirá nuestra historia? ¿Qué señales tenemos que debiéramos atender? Sin duda tenemos que atender la contaminación del lago y el aumento de basura. Hay un aspecto más desbordado que requiere nuestra atención y una profunda reflexión y acción sobre cómo abordarlo.
Como este lugar era y es un paraíso natural, pensamos que ya no la agricultura, la forestería y el ganado eran suficientes para vivir. ¿Qué tal ensayar con turismo? Nos fue bien y llegan muchos turistas. Pero como el cuento de la gallina de los huevos de oro, la consigna de nuestra época es “más y más” y nuevamente nos contagiamos ahora con “las parcelas de agrado” y su hermano pobre los “loteos brujos”. Ganar más dinero, más rápido, sin tener que invertir ni trabajar tanto. Ojala sin pagar impuestos. Aprovechando vacíos legales, falta de fiscalización y de coordinación de servicios públicos y en el nombre de la libertad de emprender y de vivir en donde queramos (democratizar la vida en el campo) se produjo y recién estamos comprendiendo la magnitud, una explosión de loteos de predios rústicos.
Esto que por un tiempo nos dio la sensación de éxito, en este momento se está transformando en pesadilla. De la que no será fácil despertar. No ha sido planificado, no esta dentro de la ley, no paga impuestos, no tenemos ni idea lo que se requiere de recursos para atender esta creciente y dispersa población, estamos cambiando el paisaje, reasignado tierras agrícolas a viviendas, destruyendo ecosistemas silvestres que nos dan la vida y cambiándolo todo, en un desorden que no entendemos ni manejamos. Y esto no es exclusivo de Pucón.
Un equipo de profesionales invitados por Fundación Sustenta Pucón, ha estado los últimos dos años explorando cómo abordar el tema de los loteos, en el contexto mayor de una comuna con vocación de naturaleza como es Pucón, en el contexto de ser parte de la reserva mundial de Biósfera Araucarias y de ser parte de un territorio que hoy llamamos los lagos Norpatagonicos. Una parte importante de estas reflexiones se exponen en la Guia del habitar sostenible: parcelaciones rurales (descargar acá).
En su esencia la Guía plantea que el proceso de destrucción de ecosistemas es global, y que en este territorio los loteos podrían ser una oportunidad para una forma de habitar que regenere lo natural a través de regenerar relaciones de cooperación, de cuidado mutuo, lo que nombramos como “tejernos comunidad” social-natural.
Suena utópico, nos dicen. También suena práctico y a la mano. ¿Quién sino las distintas familias y organizaciones públicas y privadas del territorio pueden restablecer el orden añorado? ¿Alguien vendrá a salvarnos mientras continuamos con malas prácticas? ¿Podemos confiar en que la inteligencia colectiva y esta nueva comunidad emergente?, ¿Los nuevos y antiguos vecinos seremos capaces de conversar, de crear acuerdos, de trabajar juntos, de dedicar parte de nuestro tiempo a los comuna, a la comunidad con la cual compartimos esta bella comuna?
La Guía mencionada fue, en una ceremonia, entregada a directivos del Municipio. Fue bien acogida. A partir de esto se acordó difundirla y se creó un equipo del municipio y de organizaciones locales que está abocado a generar una Ordenanza Municipal que nos aliente a organizarnos para cuidar y ordenar nuestro territorio.
El equipo esta motivado y también sabe que el desafío no es solo de comprender y ofrecer un camino para ordenarnos como habitantes, el camino también y principalmente es como nos tejemos sociedad que converse, que se reconozca. La crisis que vivimos no es de origen ambiental, es nuestra civilización entera que se estremece en busca de paz, de concordia, de cuidado mutuo.
No sabemos cómo como continúe esta historia, solo sabemos que una parte importante está en las manos y corazones de quienes están leyendo estas palabras.