El verano siempre nos deja ese sabor dulce y amargo del valor del turismo y la imagen de nuestra ciudad totalmente colapsada. Si bien el escenario dura unas pocas semanas, hay aspectos que se perciben como vaticinios y acusan falencias. En columnas anteriores de este medio se ha abordado el desafío de la parcelación y la fragmentación territorial, pero ¿Qué hay de nuestra ciudad? ¿Qué comunica nuestra identidad urbana? ¿Qué ciudad queremos tener?