El verano siempre nos deja ese sabor dulce y amargo del valor del turismo y la imagen de nuestra ciudad totalmente colapsada. Si bien el escenario dura unas pocas semanas, hay aspectos que se perciben como vaticinios y acusan falencias. En columnas anteriores de este medio se ha abordado el desafío de la parcelación y la fragmentación territorial, pero ¿Qué hay de nuestra ciudad? ¿Qué comunica nuestra identidad urbana? ¿Qué ciudad queremos tener?
Con la pandemia y la crisis climática el diseño de ciudades ha sufrido un cambio paradigmático que debemos aprovechar para no seguir construyendo ciudades sin futuro. Recientemente la municipalidad compró 11 hectáreas para desarrollo urbano que incluye al menos, cuatro hectáreas en vivienda social. Sin duda esta es una gran noticia y una oportunidad que nos puede catapultar a ser pioneros en desarrollo urbano o cavar más profundo nuestra tumba.
Mi sugerencia es que las hectáreas compradas se conciban como un distrito de innovación donde se apliquen las nuevas tendencias urbanas, generando un efecto mariposa en el resto de la ciudad. En esta columna quiero plasmar algunas de estas tendencias porque considero deben ser ejes del “master plan” que se desarrolle allí.
En primer lugar, dicho “master plan” debe ser hecho por un equipo interdisciplinario de profesionales para que tenga una mirada integral y multidimensional con importantes procesos participativos, porque las ciudades deben ser concebidas por quienes viven en ella. La nueva urbanidad debe ser diseñada con y para sus habitantes.
La pandemia ha dejado manifiesto que debemos re-aprender a vivir en un planeta impredecible. Los eventos desestabilizadores son una realidad y la ciudad ya no se concibe como un cuerpo inmóvil, sino más bien, con un diseño flexible y vivo, con capacidad de adaptación (esto lo hemos practicado con los cambio de población estacional del turismo, sin embargo, no lo hemos asumido como una musculatura de sobrevivencia).
La pandemia también reveló la importancia de concebir las ciudades ya no solo desde el pragmatismo y la lógica del crecimiento, sino que también desde una cultura del cuidado donde sabemos que nos necesitamos, donde se facilita la cooperación, la cohesión y el cuidado mutuo. La urbe como un nido vivo de cooperación y cuidado.
Las ciudades en general siguen un modelo unidireccional donde entran recursos y salen desperdicios. Necesitamos desacoplar el consumo (generación de CO2) del desarrollo, esto se amortigua, entre otras cosas, con economía circular, circuitos cortos entre el campo y la ciudad, promoviendo la agricultura orgánica para una mayor soberanía alimentaria.
Paralelamente debemos promover la densificación del área urbana planificando las áreas verdes y el pluricentrismo (muchos centros pequeños) “Ciudades de 15 minutos” diseñadas para que las amenidades y servicios estén todas dentro de 15 minutos caminando, con el objetivo fortalecer barrios con enfoque de género, amigables para todas las generaciones, promover la vida saludable y por supuesto siempre con equidad e inclusión.
La descarbonización, que es reducir las emisiones de carbono, es una meta global a la que nos debemos sumar. Algunas medidas específicas serían reducir el consumo energético, ahorrando energía en construcciones eficientes, incluir energías renovables, promover edificios verdes y desarrollar electromovilidad.
La planificación vial debe poder acoger la fluctuación poblacional pero también debemos crear y ajustar nuestra ciudad para las nuevas tendencias de movilidad que buscan desincentivar el uso individual del automóvil y promover el transporte público, la bicicleta y las plataformas de “carsharing”.
Otra tendencia es la Glocalizacion, que es la integración de la globalización y la localidad para desarrollar una ciudad con identidad. Debemos tener la valentía de crear un estilo único basado en la cultura local para construir una ciudad que se distinga, porque una ciudad sin identidad no es interesante para el talento y la pérdida de identidad genera infelicidad. Como las comunidades indígenas del territorio y el mundo, debemos estudiar las lógicas de la naturaleza para asumir una mejor forma de CO-HABITAR